20 de abril de 2009

Mi relación con el Quijote. Los comienzos

Quiero comentar a lo largo de esta semana, constituida en Semana del Libro en rememoración de la muerte (más bien el enterramiento) de Miguel de Cervantes, que tuvo lugar el 23 de abril de 1616, algunos de los hitos de mi relación con el Quijote. Me parece la más íntima y personal manera de homenaje que puedo hacer.

Comienzo hoy evocando mi temprano contacto con la obra cervantina.
Tuvo lugar cuando yo tenía 10 años. Cursaba entonces el denominado "Ingreso", que era un curso previo a los estudios de Bachillerato (téngase en cuenta que hablo de una organización escolar muy remota, ya desaparecida). Como lectura obligatoria teníamos los alumnos una edición abreviada y adaptada de 'Don Quijote de la Mancha'. De aquel tiempo recuerdo las lecturas en voz alta, monótonas, realizadas por turnos, que practicábamos sobre todo por las tardes. No sé si aquella cansina práctica pedagógica me ayudó mucho o poco a estimar la obra de Miguel de Cervantes. Tal vez, no demasiado. Lo que sí me viene a la memoria en cuanto abro el libro (que aún conservo, ya desencuadernado, descolorido, incompleto, pero aún resistente) son los momentos dedicados al juego de colorear las imágenes y algunas palabras que entonces me parecían enigmáticas, inaccesibles.

Es muy significativo. La visión de los colores con los que yo trataba de iluminar las ilustraciones en blanco y negro me transportan de inmediato al círculo de luz tenue que un flexo proyectaba sobre el libro, a las cajas de lápices Alpino, a las gomas de borrar Milan, al placer de acertar en la combinación de los colores. Es eso, más que la historia, lo primero que evoco, lo que he conservado con más nitidez. Algunas de las ilustraciones, debidas al dibujante Alfredo Bruzón, están cuadriculadas por mí, señal de que intenté reproducirlas y ampliarlas en un cuaderno de dibujo.

Mi acercamiento al Quijote comenzó así: con un haz de lápices de colores en la mano.

Y también, claro está, con un diccionario. Hay palabras que aún recuerdo rodeadas de hechizo, de atractivo: jubón, redoma, alabarda, galeote, profesar, menester... Era un lenguaje muy alejado del que usábamos los niños del Zaidín, el barrio creciente al que me trasladé cuando toda mi familia emigró del pueblo donde nací hasta Granada, pero esa diferencia, lejos de amedrentarme, me estimulaba. La naturaleza emocional e intelectiva de los primeros encuentros con
las palabras que no son tuyas pero merecen serlo determina el aprecio o el rechazo de la lectura. La seducción o la aversión del lenguaje literario condicionan el acercamiento a los libros. Está claro que en mi caso pudo más la atracción. No siempre sucede así.

11 comentarios:

lammermoor dijo...

También en mi casa había una edición infantil del Quijote era de mis hermanos mayores. Me acuerdo de la portada, en tonos crema, con la figura de Don Quijote dibujada en tonos ocres.
También recuerdo a mi profesora de literatura en el instituto -la misma que nos torturó con El Poema del Mio Cid durante cuatro meses-hablando de la sanchización de Don Quijote y la quijotización de Sancho. Me quedó grabado.
¿Cuando lo leí por primera vez? NO lo recuerdo; sí, que edición. Entre otras, mis padres tenían una colección -forrada en piel y con grabados dorados -en la que estaban incluidos: Stendhal, Dostoievsky, El Quijote, El Decamerón, Novela Picaresca y alguno más.
También se que después de la primera lectura, hubo muchas relecturas. Aunque a la mayor parte de la gente le pueda sorprender, es un libro muy divertido.
Ah, y por aquello del "Me acuerdo" de tu entrada anterior (espero que no te importe que te tutee), me acuerdo de la serie que rodó TVE con Fernando Rey en el papel de Quijote.

Juan Mata dijo...

Qué interesante sería, estimada Lammermoor, hacer una historia de las relaciones personales con el Quijote, o con cualquier otro libro. O sobre las bibliotecas familiares y su uso. ¡Que de anécdotas conoceríamos, cuánto conocimiento aportaría sobre la lectura!

Yo también recuerdo con nitidez a Don Quijote-Fernando Rey y a Sancho Panza-Alfredo Landa. Qué magnífica serie televisiva.

Y no sólo no me importa el tuteo, sino que te lo agradezco. Parece que lo impone la confianza epistolar.

Magda Díaz Morales dijo...

He recordado còmo fue que me adentrè por primera vez a El Quijote: tenìa 9 años y mis padres me regalaron la suscripciòn a unos libros ilustrados que contenìan este libro. Cada mes me llegaba un ejemplar, eran hermosos (aun los tengo). El personaje que narraba era Cantinflas, un actor mexicano sobresaliente.
Lo lei fascinada.

estrella polar dijo...

Aunque también en mi casa estaba la adaptación de pastas ocres y hojas grisaceas de la época, mi primera lectura fué a los veintitantos. Solo sé que lloré como una magdalena cuando don Quijote muere, como una verdadera magdalana...Me quedaron ganas de más y corrí a comprar el de Avellaneda...pero allí nada había de mi adorado caballero. Años después lo releí con igual placer y otra mirada...incluso pensé en coleccionar ediciones distintas del libro... tengo al menos tres...No me extraña que en Fahrenheit 451 un hombre lo hubiera aprendido de memoria...¡qué honor llevarlo todo dentro y "ser" él!. Besos desde la nebulosa madrileña

Leox dijo...

Mi primer encuentro con el Quijote , fue a los doce años cuando tome de la biblioteca de mi padre una edición escolar , que tenia muchas ilustraciones.
El segundo fue hace un par años cuando la Real Academia Española publico la edición del IV centenario. Espero que los encuentros con el Quijote se repitan en mi futura vida como lector.
Una de las cosas que me llamo la atención, después de mi segunda lectura del Quijote es que los fenómenos de literatura popular, se repiten en España. En la época del Quijote las novelas de caballerías apasionaban a los humildes lectores. Lo mismo que paso en las décadas del cincuenta y sesenta con los bolsilibros de Lou Carrigan y Silver Kane. Esto me da para pensar en la posible literatura popular española del año 2100.

Saludos Profesor.

Juan Mata dijo...

Estimada Magda, gracias por tu apostilla y por tus apostillas. Ha sido un placer descubrir tu blog. Lo que más me asombra de tu descubrimiento del Quijote es la presencia de Cantinflas como narrador. Alguien podría pensar que eso es una irreverencia, pero la prueba de su beneficio es el hecho de que años después alguien como tú lo recuerde con emoción. Pienso que los afectos no fueron ajenos a aquella fascinación: el cariño de los padres, la suscripción, la espera mensual... Con respecto a los libros y la lectura lo primordial es eso: emocionar y poco más.

Mi estimada Estrella, leyendo tu comentario me reafirmo en la idea que expuse anteriormente: qué magnífico sería hacer un libro con las historias de las relaciones de los lectores con el Quijote. ¡Cuántas sorpresas habría! ¡Cuántos tópicos desaparecerían! Quizá algún día...

Estimado Leox, tu pregunta final me deja pensativo. Y me gustaría tener poder de adivinación para responderla. No sé cómo será, pero estoy seguro de que dentro de cien años seguirá habiendo una literatura 'popular' y que, lamentablemente, seguirá habiendo eruditos que denunciarán su escasa calidad y su dañina influencia en los bajos índices de lectura. Me temo que en el 2100 continuará ese estado de cosas. En cualquier caso, tu recuerdo corrobora mi percepción: va siendo necesario un libro que recoja esos tan emotivos testimonios.

Anónimo dijo...

Cómo me han gustado estos escritos sobre El Quijote, y cómo me han gustado los comentarios.
Yo vivo en La Mancha, en mi blog voy poniendo de vez en cuando un capítulo del Quijote, casi nadie me hace un comentario y veo que aquí se habla de esta gran novela.
En mi casa, mis padres tenían un Quijote grandote y de color marrón, nada atractivo.Mi madre leía en voz alta y mi padre escuchaba y se caían de risa. Así recuerdo muchas noches a mis padres. Lo terminaban y empezaban de nuevo.
Yo un día les pregunté que por qué lo volvían a leer, y mi madre me dijo " porque siempre que volvemos a leerlo es un libro nuevo".
Yo a mis años lo he leído y me parece que es lo mejor de lo mejor
Un saludo
Teresa

Juan Mata dijo...

Tu comentario, Teresa, que tanto te agradezco, corrobora algo que vengo diciendo: ¡qué gran libro se armaría con las relaciones de los lectores con el Quijote! La imagen que aportas es admirable: tu madre leyendo en voz alta y ella y tu padre riendo a carcajadas. Y vuelta a empezar. Y tú de testigo. Qué maravilla. Qué extraordinaria estampa de doméstica animación a la lectura. Ese recuerdo es muy valioso. Gracias por dárnoslo.

Tu blog, imagino que estamos hablando de 'Los libros de Teresa', es asimismo un magnífico instrumento de animación a la lectura. Felicidades.

Anónimo dijo...

Gracias Juan por saber apreciar lo que he contado, para mí un gran recuerdo de mis padres.
Ese Quijote lo tengo en casa y lo guardo con un inmenso cariño. Está viejo y lleno de escritos y notas de mis hijos,una reliquia jejeje.
Soy la "de los libros de Teresa. Gracias por visitarme
Un saludo
Teresa

Juan Mata dijo...

¿Y cómo no apreciar esas trizas de vida que se manifiestan por mediación de los libros? Tendría los sentidos acorchados si no las estimara en lo que valen.

Anónimo dijo...

¿Y cómo no apreciar esas trizas de vida que se manifiestan por mediación de los libros? Tendría los sentidos acorchados si no las estimara e symcdata.info/gobierno-de-ramon-castilla/