12 de mayo de 2009

Para Marta, que sé que no puede leerme

Hace unos días, TVE emitió el documental La maleta de Penón, realizado por el programa Documentos TV. Es probable que, como me sucedió a mí, muchos espectadores se conmovieran al verlo. Narraba una historia digna de conocerse, una prueba más de que cuando hablamos de libros estamos hablando en realidad de la vida (al menos con esa intención escribo este blog). Si no tuvieron oportunidad de ver el documental, pueden hacerlo utilizando esta dirección. Les aconsejo que lo vean.

Pero detrás, o, por mejor decir, antes, de ese documental hay un libro: Miedo, olvido y fantasía, que, como se anuncia en la cubierta, recoge la 'crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956)'.


(Si uno fuera prudente, debería detener aquí la redacción de esta entrada. El objetivo estaría cumplido: recomendar la visión del documental y dar noticia del libro. Sería suficiente. Pero como la prudencia no siempre es buena amiga, he decidido contar algunas cosas que me parecen importantes. No obstante, y para no cansar, lo haré en dos partes. Mañana completaré la narración.)

El libro del que hablo hoy corre el riesgo de ser afectado por el morbo que genera todo lo relacionado con la muerte de Federico García Lorca. Habla de eso, en efecto, pero a mi juicio va más allá de un relato sobre los motivos de la detención y el fusilamiento del poeta o sobre el lugar de su enterramiento.

Nombrar a Agustín Penón fue durante muchos años como referirse a una sombra. Se hablaba de los 'papeles de Penón' como si fuesen manuscritos secretos, casi apócrifos. Pocos leyeron en su día el compendio que editó Ian Gibson en 1990. Sin embargo, y a pesar de su escasa resonancia, aquella primera publicación sirvió para vislumbrar un territorio desconocido y atrayente, para alentar el misterio y la curiosidad. La publicación del libro Miedo, olvido y fantasía, compuesto por Marta Osorio con todos los 'papeles' que explicitaban las investigaciones realizadas por Agustín Penón, es la recompensa a tan larga espera, a tan intensa expectación.

En el libro se entreveran tres historias. La historia de un asesinato, la historia de una obsesión y la historia de una lealtad. El punto de intersección de las tres es Granada. Esta ciudad nutrió la vida y la obra literaria de Federico García Lorca y en ella se urdió el horror de su muerte; a esta ciudad acudió Agustín Penón buscando una respuesta que lo acuciaba desde su juventud y que trastocó su vida para siempre; y esta ciudad es también la de Marta Osorio, en ella nació, en ella está la casa paterna y en ella ha concluido este libro con una pasión y una fidelidad no muy diferentes a las que emplean los arqueólogos en la reconstrucción de una vasija o un esqueleto.

La muerte de Federico García Lorca simboliza, quizá como pocos motivos, la crueldad de toda guerra, pero específicamente la de la Guerra Civil española, uno de cuyos rasgos distintivos fue la saña que el fascismo exhibió contra los obreros y los intelectuales, contra los frágiles y los diferentes, una saña particularmente intensa en esta ciudad, que soportó el asesinato de miles de personas como una simple fatalidad e hizo luego del silencio una de sus más relevantes peculiaridades. No es extraño que la averiguación de los porqués de la detención y posterior fusilamiento de uno de los poetas más eminentes de España, así como el desvelamiento del lugar de su tumba, aguijoneara la curiosidad de tantos, pues a la aversión del crimen se agregaba, en el caso García Lorca, el cercado de sombras e interrogaciones que lo rodeaba. El fusilamiento de un escritor tan encumbrado, detenido además en su ciudad natal y enterrado anónimamente, resultaba un suceso incomprensible, aun teniendo en cuenta el cataclismo que supone una guerra civil. A muchos no satisfacía del todo explicar su muerte como una más de las centenares que se produjeron en el verano de 1936, incluyendo las del alcalde, el rector de la universidad y el director del periódico más importante de la ciudad. No parecía la sola consecuencia de un infortunio y ese absurdo alentaba las preguntas. Si a las sospechas se suman la negación, el secreto y el silencio que siguieron al crimen se comprenderá mejor el interés de tantos por dar luz a aquella tragedia.

Por eso el título de este libro resulta tan exacto, tan definitorio de la atmósfera que durante muchos años ha acompañado a esa muerte, pues, en efecto, la alianza de un miedo exacerbado, un olvido concienzudo y una fantasía desmedida impidió que la muerte de García Lorca fuese esclarecida cuando correspondía. Tuvieron que ser historiadores extranjeros quienes comenzaran a sondear en aquel horror, a abrir cuidadosamente las bocas cerradas. A ellos correspondió la primicia de trazar la cartografía política y emocional de la muerte del poeta, y los nombres de Gerald Brenan, Claude Couffon, Marcelle Auclair o Ian Gibson merecen admiración y reconocimiento. Pero en esa nómina de atrevidos y tenaces investigadores hay que incluir de modo preferente a Agustín Penón, pues aunque sea ahora cuando se publica el conjunto de sus indagaciones, sus descubrimientos ya estaban hechos en el año 1956. Mucho de lo que se ha sabido después ya fue adelantado por él hace medio siglo. La edición de este libro es por tanto un acto de justicia y reparación.

Aunque en el caso de Agustín Penón sería injusto hablar de extranjería. Él nunca dejó de ser un ciudadano español y la adquisición de la nacionalidad norteamericana, tan ventajosa posteriormente para sus indagaciones sobre el poeta granadino, se produjo de modo accidental y como consecuencia de un exilio al que fue empujada su familia por los vientos feroces de la Guerra Civil. En el capítulo primero del libro, Penón da cuenta de su fascinación juvenil por García Lorca, cuando siendo estudiante en Barcelona, su ciudad natal, leyó con arrobamiento el Romancero gitano. Y esa referencia inicial me parece indispensable para entender qué género de nostalgia lo impulsó a regresar a España en 1955 y qué clase de deseo lo empujó a Granada a indagar las causas y los pormenores de una muerte innombrable. Pensó que al cabo de veinte años no sería demasiado laborioso recabar información, que hablar de los muertos del pasado no supondría una adversidad. Pero se equivocó. No contaba con el silencio y el miedo que aún acampaban en la ciudad.

(Mañana, el final)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído con mucho interés tu reseña sobre este libro y el documental de TV.Entiendo que ya lo han emitido,pero al leer el enlace que pones en tu blog dice que lo emitirán el 28 de mayo ¿es así?, por tenerlo en cuenta y verlo.
Te seguiré leyendo.
Un saludo
Teresa

Juan Mata dijo...

Lamentablemente, Teresa, hay un error en la página de TVE. He comprobado las fechas y es cierta la del encabezamiento: el documental lo emitieron el 28 de abril, martes. Pero se equivocan en la fecha que hay al final de la información. Dicen que lo emitirán el '28 de mayo, martes'. Ese día del mes es jueves. Deduzco, por tanto, que han cometido un error. En cualquier caso, es posible verlo pinchando en los iconos que hay a la derecha de la página. Sigo recomendando su visión.

Gracias por tu interés.

lidia dijo...

Gran interes en i por el mencionado libro, desperto, al ver el documental al que usted hace referencia. Di con sus comentarios tratando de buscar informacion sobre el libro de Osorio, cumplo en decirle que es muy agradable leerle.
Lidia

discreto lector dijo...

Muchas gracias, Lidia, por tus afectuosas palabras. Entiendo perfectamente tu interés por el libro de Marta Osorio. Su historia personal y la historia de la investigación de Agustín Penón justifican de sobra ese interés. Me siento feliz si he contribuido en algo a satisfacer tu curiosidad. Saludos.